miércoles, 16 de marzo de 2016

Biografía lingüística

Autobiografía lingüística

ARIADNA Y TESEO, por Adrián Ezquerro Lorenzo









Ariadna es la hija del rey Minos y Pasifae de Creta. Su padre tenía en un laberinto al minotauro, a quien había que alimentar con gente ateniense cada nueve años.
La tercera vez que los atenienses debían pagar su tributo, Teseo, -hijo de Egeo, el rey de Atenas- se ofrece a ir y matar al minotauro. El problema era que el minotauro vivía en un laberinto del que no se podía escapar.
La hija de Minos, Ariadna vio a Teseo y se enamoró de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su temible padre.
Teseo aceptó, y así fue como Ariadna le regaló un ovillo para que una vez en el laberinto, fuera desenrollándolo y pudiera servirle de guía al regreso e indicarle el camino de regreso.
Cuando Minos supo que Teseo había matado al minotauro montó en cólera por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huída en la que lo acompañó Ariadna. Pero ella nunca llegó a ver la tierra de Teseo, Atenas, pues en una escala que él hizo en la isla de Naxos, la abandonó dormida en la orilla.
Estas versiones de Ariadna y Teseo varían mucho y se han hecho un sinnúmero de hipótesis.  Se ha dicho que Teseo dejó a Ariadna en la playa porque estaba enamorado de otra mujer, también que fue por orden de los dioses, o sino que mientras ella se encontraba en la playa recuperándose de un mareo, él regresó al barco, y este zarpó impulsado por un misterioso viento.
Pero, Ariadna no se amilanó mucho y olvidó sus penas de amor con el dios Dionisio, quien se había enamorado profundamente de ella. Se casó con ella y la llevó al Olimpo. Como regalo de bodas le dio una diadema de oro que hizo Hefesto y que luego se convirtió en constelación.
Sus hijos con Dionisio fueron Toante, Estásfilo, Enopión y Pepareto. Su muerte es objeto de varias versiones pues hay quienes dicen que Artemisa la mató, cumpliendo órdenes de Dionisio. Pero también hay quienes opinan que ella murió en la isla de Naxos, donde Teseo la había abandonado cuando ella dio a luz.

martes, 15 de marzo de 2016

Cuadros del Renacimiento: "Venus, Vulcano y Marte", de Tintoretto





Venus, Vulcano y Marte es un cuadro del pintor italiano Tintoretto. Está realizado en óleo sobre lienzo. Mide 135 cm de alto y 198 cm de ancho. Fue pintado hacia 1555, y actualmente se conserva en la AltePinakothek de Múnich (Alemania). Es una escena doméstica de carácter erótico. Venus está reclinada y su marido, el viejo Vulcano, se acerca y descubre el pubis de su esposa. En una cuna, detrás, Cupido duerme. Y bajo la cama se oculta el amante de Venus, Marte.

MITOLOGIA: Las mujeres que osaban rechazar su amor terminaban siendo violadas brutalmente. Porque él perseguía ninfas con la misma furia devastadora que empleaba en la batalla. Partía para la conquista amorosa como si marchase a una campaña militar: confiando en su fuerza.
Con Afrodita fue diferente. Para obtener su amor, Ares abandono las actitudes brutales. Se aproximó ofreciéndole su cuerpo perfecto, como un desafío a la capacidad amorosa de la bella diosa. Le dijo palabras de afecto. La colmó de ricos presentes. La amistad entre ambos fue aumentando cada día, hasta que se dieron cuenta de que estaban enamorados. Hicieron planes y elaboraron ideas para unirse en el amor.
Mientras Hefesto, el deforme marido de Afrodita, trabajaba la noche entera en la forja. Ares visitaba clandestinamente a la sensual amante.
Se sentían felices. Solamente una cosa podía estropear la aventura: Helios, el Sol, una divinidad a la que no le gustaban los secretos.
Ares trató de tomar todas las precauciones posibles para no ser descubierto por el Sol. Cada vez que iba al encuentro de la amada, llevaba al joven Alectrión, su confidente, mientras se deleitaba en los brazos de Afrodita, el amigo vigilaba la puerta del palacio con la misión de advertirle el momento que comenzaba a aparecer el Sol.
Una noche el fiel guardián, exhausto y aburrido, se adormeció. Ares y Afrodita se amaban, mientras tanto, intensamente, olvidados de las preocupaciones.
El día amaneció claro y hermoso. El Sol despunto y sorprendió a los amantes, que dormían abrazados.
Indignado por la traición a Hefesto, Helios salió en busca del deforme herrero y le contó lo que había visto.
Hefesto dejó caer el hierro que forjaba. Sintió que las fuerzas le faltaban. Agradeció al Sol la verdad. Estaba avergonzado y humillado por el acontecimiento.
Y pensó que la fea acción no podía quedar sin venganza. Después de mucho reflexionar, el armero divino tuvo una idea y se puso a trabajar. Con finísimos hilos de oro confeccionó una red invisible, pero tan fuerte y resistente que ningún hombre (ni ningún dios) pudiera romperla.
Cuando termino su obra fue al encuentro de su esposa. Ocultando su odio y su tristeza.
Armó disimuladamente la red en el lecho manchado por la deshonra y dijo a Afrodita que debía ausentarse por algunos días. Sin más explicaciones, se despidió y partió.
Ares, que lo espiaba todo, apenas vio alejarse a Hefesto corrió a la casa de su amante. Sin contener su deseo, apenas vio a Afrodita le dijo: “Ven querida, al lecho: gran placer es el amor. Hefesto está de viaje, según creo, camino a Lemnos”.
Se acostaron felices y no se dieron cuenta de que estaban aprisionados por la ingeniosa red construida por el esposo traicionado.
En ese instante, Hefesto, que había fingido alejarse, retorna y sorprende a los amantes, presos en la trama de oro.
Nunca sintió tanta vergüenza y tan intenso odio. Parado en el umbral de la puerta, llama la atención de los otros olímpicos: “Zeus padre y todos los restantes dioses bienaventurados e inmortales, venid aquí a presenciar una escena ridícula y monstruosa: por ser yo cojo, Afrodita, hija de Zeus, me cubre continuamente de deshonra; ama a Ares, el destructor, porque es hermoso tiene las piernas derechas, mientras que yo soy defectuoso de nacimiento. Pero la culpa no es mía, sino de mis padres, que habrían hecho mejor si no me hubieran engendrado. Venid a ver este lamentable espectáculo, y como se fueron a dormir, en brazos uno del otro, en mi propio lecho. Pero por mucho que se amen, no creo que deseen quedar así acostados. Pronto querrán levantarse, pero mi trampa, mi red, los retendrá cautivos, hasta que el padre de ella devuelva todos los presentes que le di por su imprudente hija. Hermosa es, pero no tiene decencia porque no domina sus raptos pasionales”.
De no mediar Apolo, tal vez nunca habrían sido libertados los amantes. Hefesto acabó aceptando las palabras conciliadoras del dios y los soltó. Afrodita, avergonzada, se retiró a Chipre, su isla predilecta. Y Ares se fue a Tracia, para tratar de olvidar la ridícula situación sufrida en medio de los ardores de la guerra.
Pero, antes de partir, castigó a su amigo Alectrión, que por olvidar su deber provocara la situación: lo transformó en gallo, condenándolo a advertir para siempre a los hombres la salida del Sol.

ANDREA GARROTE, 3.º B

LA ESCUELA DE ATENAS II

Ficha técnica:
·        Autor: Rafael Sanzio
·        Fecha: 1509 a 1512
·        Ubicación: Estancias de Rafael
·        Material: Fresco
·        Dimensiones: 5m x 7.7m
·        Período: Renacimiento
Comentario:
Esta obra fue creada por Rafael Sanzio por orden del Papa Julio II para decorar vanas stanze que son un conjunto de cuatro cámaras que se encuentran en el piso superior del palacio; concretamente este cuadro debía ser colocado en la “Estancia de la Signatura” en la pared que representaba La Filosofía.
El espacio que podemos encontrar en este cuadro se basa en la cultura grecorromana, pero también en los proyectos de la basílica de San Pedro. Vemos unas estatuas que representan a Apolo (dios griego de las artes) y a Atenea (diosa griega de la sabiduría), por lo que deducimos que se trata de una pintura basada en la ideología humanista.
Este cuadro combina muchas técnicas que le otorgan profundidad, como el punto de fuga central y la proporción adecuada de todos sus elementos. Los colores son tonos suaves y claros que transmiten un ambiente pacífico pero sofisticado, al que no todo el mundo estaría capacitado para acceder.
Rafael incluye en esta obra caras que nos son familiares tanto de filósofos de la antigüedad como de artistas que tuvieron un gran reconocimiento en el Renacimiento, lo que nos da a entender que las artes y las ciencias pueden convivir en armonía y que están al mismo nivel.
Esquema de personajes ilustres representados (incluyendo al mismo Rafael):
 JUNCAL ARISTE y PAULA ARANDIA , 3B

ÉREC Y ENIDE, por Alejandro García (3B)




Erec y Enide es el primer romance, escrito en verso, con pareados octosílabos, que cuenta la historia de una pareja felizmente casada que decide retirarse de las tareas de la caballerías y vivir enamorados. Cuando empiezan las habladurías entre los caballeros de la corte del Rey Arturo, tachan a Erec de cobarde  y poco atento a su mujer. Erec no puede ser feliz porque ha abandonado la caballería. Entonces deciden salir juntos a correr aventuras para salvar su amor y su honor.  Es una novela idílica atípica, ya que el matrimonio no es el final para asegurar el final de los protagonistas. En realidad, el matrimonio es el motor de la novela.
Tras salir victoriosos de las aventuras regresan a la corte artúrica. Allí se entera Erec de la muerte de su padre, el rey Lac, y finalmente el propio Arturo los corona en Nantes.
Fue escrito por Chrétien de Troyes hacia 1176, y es el primer romance que ha llegado hasta nosotros del ciclo artúrico en lengua romance. Se dice que Chrétien es el primer novelista de Francia, y según algunos, el padre de la novela occidental.

ORFEO Y EURÍDICE: el mito






Cuentan las leyendas que, en la época en que dioses y seres fabulosos poblaban la Tierra, vivía en Grecia un joven llamado Orfeo, que solía entonar hermosísimos cantos acompañados por su lira. Su música era tan hermosa que, cuando sonaba, las fieras del bosque se acercaban a lamerle los pies y hasta las turbulentas aguas de los ríos se desviaban de su cauce para poder escuchar aquellos sones maravillosos.

Un día en que Orfeo se encontraba en el corazón del bosque tañendo su lira, descubrió entre las ramas de un lejano arbusto una joven ninfa que, medio oculta, escuchaba embelesada. Orfeo dejó su lira y se acercó a contemplar aquel ser cuya hermosura y discreción no eran igualadas por ningún otro.

-   Hermosa ninfa de los bosques –dijo Orfeo-, si mi música es de tu agrado, abandona tu escondite y acércate a escuchar lo que mi humilde lira tiene que decirte.

La joven ninfa, llamada Eurídice, dudó unos segundos, pero finalmente se acercó a Orfeo y se sentó junto a él. Entonces Orfeo compuso para ella la más bella canción de amor que se había oído nunca en aquellos bosques. Y pocos días después celebraban en aquel mismo lugar las bodas entre Orfeo y Eurídice.

Al enterarse de la muerte de su amada, Orfeo cayó preso de la desesperación. Lleno de dolor decidió descender a las profundidades infernales para suplicar que permitieran a Eurídice volver a la vida.

Aunque el camino a los infiernos era largo y lleno de dificultades, Orfeo consiguió llegar hasta el borde de la laguna Estigia, cuyas aguas separan el reino de la luz del reino de las tinieblas. Allí entonó un canto tan triste y tan melodioso que conmovió al mismísimo Carón, el barquero encargado de transportar las lamas de los difuntos hasta la otra orilla de la laguna.

Orfeo atravesó en la barca de Carón las aguas que ningún ser vivo puede cruzar. Y una vez en el reino de las tinieblas, se presentó ante Plutón, dios de las profundidades infernales y, acompañado de su lira, pronunció estas palabras:

-   ¡Oh, señor de las tinieblas! Héme aquí, en vuestros dominios, para suplicaros que resucitéis a mi esposa Eurídice y me permitáis llevarla conmigo. Yo os prometo que cuando nuestra vida termine, volveremos para siempre a este lugar.

La música y las palabras de Orfeo eran tan conmovedoras que consiguieron paralizar las penas de los castigados a sufrir eternamente. Y lograron también ablandar el corazón de Plutón, quien, por un instante, sintió que sus ojos se le humedecían.

-   ¡Oh, poderoso Plutón! –exclamó Orfeo-. Haré cualquier cosa que me pidáis con tal de recuperar a mi amadísima esposa.
-   Pues bien. –continuó Plutón-, tu adorada Eurídice seguirá tus pasos hasta que hayáis abandonado el reino de las tinieblas. Sólo entonces podrás mirarla. Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre.
-   Así se hará –aseguró el músico.

Y Orfeo inició el camino de vuelta hacia el mundo dela luz. Durante largo tiempo Orfeo caminó por sombríos senderos y oscuros caminos habitados por la penumbra. En sus oídos retumbaba el silencio. Ni el más leve ruido delataba la proximidad de su amada. Y en su cabeza resonaban las palabras de Plutón: “Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre”.

Por fin, Orfeo divisó la laguna. Allí estaba Carón con su barca y, al otro lado, la vida y la felicidad en compañía de Eurídice. ¿O acaso Eurídice no estaba allí y sólo se trataba de un sueño? Orfeo dudó por un momento y, lleno de impaciencia, giró la cabeza para comprobar si Eurídice le seguía. Y en ese mismo momento vio como su amada se convertía en una columna de humo que él trató inútilmente de apresar entre sus brazos mientras gritaba preso de la desesperación.

-   Eurídice, Eurídice...

Orfeo lloró y suplicó a los dioses por su falta de confianza, pero sólo el silencio respondió a sus súplicas. Y, según cuentan las leyendas, Orfeo triste y lleno de dolor, se retiró a un monte donde pasó el resto de su vida sin más compañía que su lira y las fieras que se acercaban a escuchar los melancólicos cantos compuestos en recuerdo de su amada.


Fragmento de: La metamorfosis, de Ovidio


GEORGIANA BERZEDEANU 

Cuadros del Renacimiento: El entierro del Conde Orgaz, de El Greco





FICHA TÉCNICA DEL CUADRO:
Nombre: El Entierro del Conde Orgaz
Autor: El Greco (Domenikos Theotokopoulos)
Estilo: Manierista
Fecha: 1586-1588
Localización: Iglesia de Santo Tomé (Toledo)
Datos técnicos: Óleo sobre tela, 4,80 x 3,60 m.

DESCRIPCIÓN:
  Este gran cuadro está dividido en dos grandes zonas: por un lado en la parte alta se observa una zona celestial en donde aparecen Cristo, la Virgen, ángeles, santos y otros personajes ya fallecidos. En la parte inferior, la terrenal, se representa un entierro rodeado de personajes, unos eclesiásticos y otros civiles.

HISTORIA:
¿Quién era Don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de Orgaz?
Don Gonzalo fue una persona muy reconocida en la ciudad de Toledo en los siglos XIII –XIV. EL señorío de Orgaz lo heredó de su bisabuelo, Fernando Juanes de Alfariella. 
Don Gonzalo desempeñó importantes cargos en esta ciudad, como notario mayor del reino de Castilla durante el reinado de Fernando IV, así como también alcalde de Toledo. Pero más importantes que todos estos cargos fue su vida piadosa y su numerosas obras caritativas. Realizó muchas donaciones a instituciones eclesiásticas de la ciudad. Tuvo mucha colaboración con la reforma de la parroquia de Santo Tomé en el año 1300. Era tanta su vinculación con ella que a su muerte, en 1323, mandó ser enterrado en su iglesia, pero especificó que lo colocaran en un lugar mucho más apartado del altar. Fue colocado en la Capilla de la Concepción, por lo cual podemos observar claramente su humildad.

¿Qué ocurrió en el entierro del Señor de Orgaz?
Esta obra está basada en una leyenda local originada en el siglo XIV.  A su muerte, este hombre dejó una considerable suma de dinero a la iglesia de Santo Tomé para ayudar a la ampliación de la iglesia.  Gracias a su caridad y su noble acto, en su funeral, dos santos (San Esteban y San Agustín) bajaron del cielo y lo enterraron con sus propias manos, enfrente de los otros asombrados huéspedes fúnebres.

Este cuadro fue comisionado por la iglesia de Santo Tomé en Toledo a través de un sacerdote de la parroquia llamado Andrés Núñez. Toledo era en ese entonces la ciudad capital de España y las oficinas centrales de la iglesia católica.
El cuadro en la actualidad sigue colgado en el mismo lugar, en una capilla de la misma Iglesia  sobre  la tumba del conde. Ha sido restaurada para parar los efectos del tiempo.


ANDREA SAN MATEO

lunes, 14 de marzo de 2016

HERO Y LEANDRO


Según el mito griego, Hero era una sacerdotisa de Afrodita que vivía en una torre en Sestos, en el extremo del Helesponto. Leandro era un joven de Abidos en el otro lado del estrecho.





Cuando se celebró en Sestos un festival en honor de Adonis y Afrodita, al cual acudieron personas de muchas ciudades, Hero no abrigaba otros planes que no fueran sus deberes de sacerdotisa, pero en cuanto Leandro la vio, quedó prendado de su hermosura. Hero también se dejó cautivar por él, pero le advirtió que sus padres no le permitirían casarse con un extranjero. Fue entonces que Leandro, vencido por su amor, le dijo que por su amor cruzaría hasta las olas salvajes.

Este profundo amor estaba destinado a la desgracia, puesto que una sacerdotisa sólo debía dedicar su vida a la divinidad. Pero ellos no renunciaron fácilmente. Cada noche Leandro cruzaba el Helesponto nadando para estar con ella, y Hero debía encender una lámpara en lo alto de la torre para poder guiarle en la oscuridad. Este inestable arreglo duró lo que la estación estival. Al llegar el invierno, el mar cambió, pero el clima glacial no detuvo el amor de Leandro. Una noche, el cielo no tuvo piedad y arrebató las aguas con una tempestad, agitando el mar y apagando la lámpara de Hero. Perdido entre las furiosas olas, Leandro  pereció ahogado. Cuando Hero halló su cuerpo inerte en la orilla a la mañana siguiente, lo tomó desconsolada entre sus brazos y una ola enorme se los llevó a ambos, para perderlos juntos en la infinidad del horizonte.

Numerosos poetas, pintores, músicos y escultores han creado obras inspiradas en esta historia de amor imposible. 


Autor desconocido



Hero and Leander, de William Etty.


PAULA ARANDIA Y JUNCAL ARISTE, 3B